El pasado puente de Todos los Santos, para celebrar mi cumpleaños, hicimos una escapada en familia a Barcelona.
Tengo mucho cariño a esta ciudad. Hace casi 12 años, el primer viaje «de novios» que hicimos Luis y yo fue a Barcelona, para ver una exposición de Jordi Labanda, que me encanta.
Descubrí en aquel viaje el Park Güell y toda la arquitectura de Gaudí, que me atrapó. Desde entonces, cada vez que he visitado la ciudad, he vuelto a los mismos sitios, que he redescubierto con admiración.
En cada visita he descubierto aspectos nuevos de la Ciudad Condal: la noche barcelonesa con amigas, cafés con encanto de día y hasta el musical de «Hoy no me puedo levantar«.
Pero me faltaba vivir el ocio en familia. Viajar con una niña pequeña en tren no es fácil. Os conté ya en este post la odisea que fue viajar sola a Barcelona este verano con ella. Pensaba que, al ir acompañada, esta vez sería mejor. Pero no. Tanto en el viaje de ida como en el de vuelta, los asientos que habíamos reservado no se correspondían con los que nos tocaron en la realidad. No comprendo porqué Renfe proporciona este servicio si luego no funciona. Es la tercera vez que me pasa: elijo los asientos que tienen al lado un asiento vacío para colocar el carro y luego no hay hueco.
Llegamos a Barcelona y nos acercamos andando al hotel. Preferimos estar cerca de la estación porque ir con las maletas y el carro por el metro o en autobús no es nada cómodo.
Esa misma tarde nos fuimos al Park Güell. Visita obligada. Fui en nuestro primer viaje de novios, volvimos los 2 estando embarazada y ahora nos faltaba volver los 3 juntos. La primera vez que fui no se pagaba por entrar, desde 2013 hay que pagar para acceder a la zona Monumental. Os dejo el enlace para adquirir las entradas aquí. (Los niños de 0-6 años no pagan pero deben llevar entrada).
Por la noche, fuimos a cenar al Centro Comercial Arenas situado en una antigua plaza de toros. En la parte superior, que está al descubierto, están los restaurantes y tiene un ascensor para subir y disfrutar de las vistas de Montjuic. El ascensor cuesta 1€, pero es gratis para carritos de bebés y personas de movilidad reducida. (También se puede subir por el interior del Centro Comercial para acceder a la zona de restauración.)
Al día siguiente fuimos al Parc de L’Oreneta, situado en el barrio de Sarrià. Una opción estupenda para ir con niños, ya que tiene un montón de actividades para ellos: subir en tren, montar en poni, jugar en un montón de parques y zona de picnic. (El precio del viaje en tren es de 2€ por persona. Los menores de 1 año no pagan. / Montar en poni cuesta 8€ unos 15 minutos).
Esa tarde merendamos en Mama’s Corner, un sitio 100% recomendable para ir con niños. Tiene una amplia zona de juego y el baño adaptado para los más pequeños.
Lo mejor de ir a merendar allí fue la compañía. Pude desvirtualizar a Scarlett de La Caseta Coqueta, a la que conocí por Instagram cuando Silvia tenía 4 meses. De ella es su primera muselina y su varita mágica, a la que le tenemos especial cariño. Scarlett es la que me ha hecho de guía en este viaje y me ha descubierto un montón de planes con niños en Barcelona.
El último día paseamos por las Ramblas, el puerto y el Parc de la Ciutadella, un parque espectacular donde encontraréis un castillo, un invernadero y hasta el Aquarium.
Después de comer en el CC Maremagnum tocaba volver a casa. Un viaje corto pero intenso. Esperamos volver pronto a descubrir todos los planes que nos ofrece esta bonita ciudad para disfrutar en familia.